jueves, 6 de octubre de 2016

Uso de las ciencias en la vida cotidiana

Generalmente lo primero que se nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra ciencia es una imagen de personas vestidas con batas blancas sosteniendo tubos de ensayo y matraces con líquidos de colores burbujeantes. Definitivamente algo demasiado lejano de mi vida cotidiana. Pero, ¿realmente crees que sea así?
La ciencia nos rodea. Diariamente vivimos con cierta comodidad gracias a los avances científicos y tecnológicos. Los automóviles, teléfonos celulares, computadoras, horno de microondas, televisión, refrigerador y mil aparatos más son parte de nuestra vida cotidiana y sería difícil imaginar la vida cotidiana sin ellos. Gracias a la ciencia contamos con medicinas cuando nos enfermamos, leche pasteurizada que se conserva con mayor facilidad, utensilios que cocinan más rápido, agua potable que llega a nuestras casas, cervezas más espumosas, alimentos que podemos llevar de campamento sin refrigerar, los mismos refrigeradores y la corriente eléctrica para hacerlos funcionar.


Tenemos que comprender la ciencia para poder tener una verdadera democracia. ¿Cómo vamos a decir lo que pensamos sobre las decisiones de políticos y científicos si no podemos entender las implicaciones de sus inventos y descubrimientos? ¿Cómo podemos protestar contra o pedir que se implemente alguna tecnología si no comprendemos de qué trata y como impacta mi vida? Por esta razón es importante conocer mejor la ciencia. Sin embargo no es algo lejano porque hacemos ciencia todos los días.



Cotidianamente aplicamos la ciencia en lo que hacemos. La ciencia trata de investigar acerca de lo que no sabemos y eso lo hacemos siempre. Constantemente estamos observando, comparando y contrastando cosas. Por ejemplo cuando vas al supermercado a comprar fruta, primero la observas, comparas y contrastas entre las diferentes piezas para obtener las mejores según lo que crees que es la más madura o sabrosa en base a su color, consistencia, etc., según te dicta tu experiencia.



Los científicos usan algo llamado el método científico para aprender de una forma ordenada y asegurar que así son las cosas. Aunque suene lejano, usamos el método científico todos los días. ¿Recuerdas la última vez en que fuiste por primera vez a algún lugar? Antes que nada, te hiciste una idea de la ruta que ibas a seguir para llegar (hipótesis) y luego vas por ese camino (experimentación). A lo mejor por el camino cambias de opinión y haces ajustes a la ruta inicial (en base a la experimentación, reformulas tu hipótesis). Al final, cuando llegues a tu destino, sabes con certeza como llegar (ley o teoría). A lo mejor te da curiosidad y crees que puedes ir por otro camino que te lleve de forma más rápida, entonces en otra ocasión que vayas, intentas ir por la nueva ruta y te fijas si tardas menos (experimentas con una hipótesis alternativa).

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